La transición a un rol de liderazgo es un cambio significativo en la carrera de cualquier profesional, e implica asumir nuevas responsabilidades. A diferencia de la función como colaborador, donde la ejecución de una estrategia y sus planes de acción son la principal responsabilidad, como líder de un equipo el éxito depende del desempeño del grupo de personas a quienes se lidera. Hay un gran cambio que implica pasar de estar centrado en las tareas a estar centrado en las personas. Esto significa comprender las necesidades y expectativas profesionales de cada uno de los colaboradores y encontrar formas de guiarlos y apoyarlos para que logren sus metas y desarrollen todo su potencial, a la vez que alcanzan los objetivos de la compañía.
Si estás por iniciar tu primera posición de liderazgo, estas son las 3 habilidades clave que tenés que desarrollar:
Enfocarte en las personas.
Como nuevo manager, tu principal desafío será pasar de enfocarte en la finalización de un proyecto a garantizar que los miembros de tu equipo tengan los recursos necesarios para alcanzar las metas en todas las tareas que emprendan.
Dedicá tiempo a construir una buena relación con tus colaboradores directos, fomentando el diálogo abierto y la confianza, así se sentirán cómodos de compartir cualquier cuestión que pueda afectar su desempeño. Numerosos estudios demuestran que los empleados que confían en sus líderes sufren menos agotamiento y estrés y alcanzan niveles más altos de productividad y compromiso. Para esto, una buena práctica es realizar reuniones individuales periódicas para conocer a cada miembro del equipo y sus aspiraciones profesionales, y así poder ajustar la asignación de tareas para que se ajusten con las expectativas y habilidades de cada colaborador.
Delegá tareas.
El delegar es una habilidad de liderazgo esencial. Un buen líder es aquel que puede identificar los intereses y fortalezas de los miembros de su equipo para poder así asignar las distintas responsabilidades de la mejor manera posible, teniendo en cuenta los intereses individuales y la carga de trabajo que cada uno ya posee. Para esto, resultan de gran utilidad herramientas para la asignación de tareas como Tasks, Asana o Trello, donde es posible visualizar con facilidad los proyectos que lleva cada colaborador y seguir su evolución hasta su cumplimiento o cierre. Y si en la compañía no se utilizan este tipo de plataformas, siempre es posible implementar un sistema propio, a través de un documento guía que sirva para ordenar el trabajo y darle seguimiento.
Identificá tu estilo de liderazgo.
El liderazgo es un concepto en constante evolución y cada líder deberá adaptarse a las circunstancias específicas del equipo que le toque conducir y a las características de la cultura organizacional, aportando siempre la propia impronta. Siempre es útil recurrir al área de recursos humanos para trabajar el estilo de conducción que se ajusta mejor a las metas del equipo y desarrollar tus habilidades blandas a través de cursos y capacitaciones que te ayuden a llevar adelante esta nueva tarea de liderazgo.