El Covid-19 transformó de un día para otro, y de manera radical, la forma en la que la gran mayoría de las personas trabajamos. Distanciamiento físico y protocolos sanitarios en plantas y oficinas, trabajo remoto, reuniones por videollamada y cientos de ajustes y modificaciones que fueron dando forma a la nueva normalidad. Sin embargo, muchos de estos cambios han sido positivos y van a perdurar en el tiempo, luego de superada la crisis sanitaria.
1. La actualización digital de las empresas
Las medidas de aislamiento y cuarentena llevaron a las organizaciones a acelerar sus procesos de actualización digital para poder mantener la operatividad a través del trabajo remoto de sus colaboradores. Esto aceleró en gran medida la adopción de tecnologías que, en situaciones normales, hubieran demorado al menos 5 años en concretar su implementación. El home office se convirtió en algo fluido y las plataformas de trabajo colaborativo llegaron a casi todos los rubros y sectores laborales.
2. Una comunicación franca y fluida
La incertidumbre constante que planteó la crisis y el trabajo a distancia, hicieron indispensable que los líderes trabajaran en la comunicación con sus equipos basándose en mensajes claros, informando continuamente y con transparencia los cambios dentro de la organización, apelando a la empatía y confiando en el compromiso de sus colaboradores para el cumplimiento de sus tareas en medio de una modalidad de trabajo remoto.
3. Foco en la construcción de lazos
Las videollamadas llevaron la vida hogareña al ámbito de lo laboral suplantando, en cierta forma, la cotidianeidad de la oficina. Esto que a algunos colaboradores les sigue resultando algo incómodo y distante, para la gran mayoría terminó representando una manera de mantener el compañerismo y la camaradería perdidos por la modalidad de trabajo remoto. El ver a la familia, hijos y mascotas de los colegas cruzándose frente a cámara en medio de un zoom hizo posible que se mantuvieran los lazos entre los miembros de los equipos.
4. Priorizar el bienestar
La crisis sanitaria dejó en claro que los trabajadores necesitan sentirse apoyados y valorados por sus líderes y por sus empleadores. Muchos llegaron a puntos de agotamiento extremo, por lo que actividades como yoga, meditación y otras de esparcimiento y bienestar se incorporaron en las organizaciones con un doble propósito, por un lado, para ayudar a relajar a sus colaboradores en medio de la pandemia y, por otro lado, para mantener la cercanía a pesar de la distancia. La preocupación por la salud y el bienestar físico y emocional de los colaboradores se incorporó definitivamente al ámbito de acción de las empresas.
5. Poner la creatividad en juego
Si hay algo que hizo el coronavirus, es exponernos a situaciones inéditas. Tanto directivos como colaboradores debieron poner en juego toda su creatividad y apelar a sus habilidades blandas para lograr la resolución de conflictos, para trabajar bajo presión y para desenvolverse con éxito en medio del cambio y la incertidumbre. Otro factor clave fue aprender a celebrar y poner en valor cada pequeño logro, que, en medio del caos y un contexto agobiante, ha cobrado particular relevancia para impulsar una mirada positiva.
6. Concentrarse en las personas
Ahora sí, sin duda alguna, las organizaciones se dieron cuenta que su mayor capital son las personas. Aquellas empresas que supieron priorizar el bienestar de sus colaboradores, atendiendo al cuidado de su salud física, mental y emocional, lograron equipos más unidos, productivos y comprometidos con su trabajo. Del mismo modo, las empresas que pusieron a las personas en primer lugar, cuidaron a su gente y obraron en línea con sus valores tienen colaboradores que sienten una mayor lealtad hacia sus empleadores debido a cómo manejaron la situación del COVID-19.