Por Andrea Ávila, CEO de Randstad para Argentina y Uruguay
Llega fin de año e, inevitablemente, nuestras cabezas tienden al balance. Nos ponemos a pensar qué metas alcanzamos, que objetivos aún nos quedan pendientes. Y si hay algo que la pandemia modificó para siempre es la manera en que nos capacitamos. El confinamiento dio el puntapié inicial para que las personas aprovecharan en su tiempo libre la múltiple oferta de propuestas de formación online de calidad que fueron apareciendo. Lo positivo de todo esto, es que esta es una tendencia que hoy está totalmente instalada y se ha naturalizado en la población, que cada vez más accede a tomar cursos y capacitaciones de manera remota como nunca antes.
Distintos relevamientos que hemos realizado en Randstad demuestran que más del 70% de los argentinos aprovechó la cuarentena para estudiar y capacitarse e, incluso, el 45% de los consultados afirmó haber dedicado mayor cantidad de tiempo a capacitarse durante los períodos de cierre que en años anteriores. Y no es un dato menor que la gente haya optado por aprovechar el tiempo para formarse, tomando en cuenta que día a día nacen nuevos trabajos, otros quedan obsoletos, y el avance de la digitalización y la consecuente actualización tecnológica impulsa la necesidad de reentrenar a la fuerza laboral para mantener la empleabilidad.
Sin dudas, estamos frente a un mundo del empleo que se encuentra en constante transformación, en medio de cambios vertiginosos, y donde la incertidumbre sobre los requerimientos de habilidades necesarias para los trabajos del futuro está a la orden del día.
La pandemia transformó por completo el mundo del trabajo y también tiró por la borda las nociones tradicionales de educación y formación, tanto en sus formatos como en su contenido. Además, obligó a las empresas a una actualización digital forzada y a los trabajadores a adecuarse a nuevos modos de producción que suponen la incorporación de nuevos conocimientos, especialmente relacionados con el creciente uso de la tecnología en los procesos de negocio y en las tareas laborales.
Por otra parte, en la actualidad, la vida media de las capacidades laborales cada vez es más corta y no supera los 5 años. Todos los días surgen nuevos conocimientos que son considerados como indispensables para cubrir cualquier posición y otros tantos caen en desuso. Así, el aprendizaje permanente o learnability, es decir, la capacidad para aprender nuevas habilidades a lo largo de toda la vida, se vuelve una condición ineludible para cualquier trabajador. Hoy la empleabilidad de las personas ya no depende tanto de lo que se sabe o de lo que se aprendió en el pasado, sino del potencial que se tiene para adquirir conocimientos todo el tiempo.
En este contexto, cada vez son más comunes los programas de aprendizaje gestionados por las propias empresas, conocidos comúnmente como "entrenamiento de última milla", donde las organizaciones forman a los trabajadores en aquellas habilidades y competencias que no encuentran fácilmente en el mercado.
Es indudable que la tecnología avanza a pasos agigantados, y sus impactos en el mundo del empleo son tan contundentes como innegables. La crisis sanitaria ha potenciado esta tendencia con la actualización digital forzada de las organizaciones. En este sentido, de cara al futuro del trabajo y los trabajos del futuro, la única garantía de empleabilidad está hoy en el desarrollo de habilidades y la incorporación de nuevos conocimientos y, por sobre todo, en la disposición a aprender y desaprender todo el tiempo, en abrazar el nuevo paradigma de la formación a cualquier edad y durante toda la vida.
Columna de Opinión publicada el 31 de diciembre de 2021 en la sección Opinión de Ámbito.com