Por Jorge Figueroa, Director de Public Affairs & Sostenibilidad de Randstad Argentina
La adopción de criterios ESG, orientados a medir y controlar los impactos y la valuación de los inversores, se consolida y demuestra una clara dirección hacia la sostenibilidad. Sin embargo, es vital reconocer que las empresas son ecosistemas vivos, y para ser verdaderos agentes de cambio y creadoras de valor, deben integrar la sostenibilidad en su cultura y gestión diaria.
La clave para asegurar que la estrategia de sostenibilidad sea una estrategia de negocios radica en que cada individuo dentro de la organización sienta como propio el propósito de la empresa y comprenda cómo su trabajo diario contribuye a la visión y objetivos sostenibles. La gestión de sostenibilidad tiene que ser transversal a toda la organización, donde cada miembro es parte activa de las soluciones y de los impactos buscados.
Es necesario revisar las actuales estrategias de negocios para asegurarnos de que hay una visión única, donde la sostenibilidad se entrelace con todos los aspectos del negocio, en lugar de ser una iniciativa aislada. La concepción y la estrategia del negocio deben partir del enfoque de sostenibilidad, sin disociación alguna entre ambos.
Para lograr una estrategia de sostenibilidad efectiva, esta debe estar presente desde el origen y diseño de los negocios, asegurando contar con objetivos compartidos, claros, medibles y desafiantes. La rendición de cuentas a las partes interesadas, a través de reportes de sostenibilidad bajo estándares certificables o de iniciativas como las COP (Comunicación Sobre el Progreso del Pacto Global), garantiza transparencia y evaluación de programas, siendo fundamental diseñar un sistema de medición que dé cuenta de los progresos y desvíos, con seguimiento de KPIs y un enfoque clave en la rendición de cuentas para evaluar el cumplimiento de los objetivos.
Cuando se diseñen los planes operativos anuales o planes estratégicos, hay que tener siempre en mente el enfoque de sostenibilidad. Es clave reemplazar la idea de que la sostenibilidad es responsabilidad solo de un área de la empresa, por la de una visión integrada que involucra a toda la organización en cada acción de negocios y en el impacto positivo hacia las comunidades con las que interactuamos.
En este camino de evolución surgen retos y oportunidades significativas para la evolución de las prácticas ESG y la sustentabilidad. La velocidad de los cambios necesarios, la falta de conocimiento y convencimiento para abrazar estas transformaciones, así como las estrategias de comunicación vacías de contenido y acciones, son algunos de los desafíos a superar.
Es fundamental pensar en el modelo de negocio como creador de valor para todas las partes interesadas, acelerando los planes de regeneración de impactos positivos con enfoque en los ejes ambientales, económicos y sociales.
Especialmente en el ámbito del impacto climático y ambiental, donde se requiere un aceleramiento significativo en el ritmo de cambio es donde hay hoy mayores oportunidades. También en la generación de valor, transparencia e integridad como factor de competitividad y atractivo para los inversores. En el mismo sentido, en el employer branding, al construir una marca empleadora comprometida con las comunidades en las que opera, y que proyecta una imagen más atractiva para los talentos, reduciendo los costos de reclutamiento y mejorando la retención de talento.
Integrar la sostenibilidad en el corazón de la cultura organizacional permite a las empresas ser verdaderos motores de cambio. Se trata de un desafío de una transformación integral en la forma de hacer negocios, para que impacte positivamente en lo social, económico y medioambiental. La sostenibilidad no solo es el futuro, es el presente que debemos abrazar con pasión y convicción para construir un mundo mejor.