Por Maximiliano Schellhas, director General de Staffing de Randstad Argentina.
Corren los primeros días del 2021 y la evolución de la crisis sanitaria no permite ver aún un horizonte de salida en el corto plazo. Empresas y trabajadores debieron adaptarse de un día para otro a las reglas impuestas por la pandemia, dando forma a un nuevo mundo del empleo. Para capitalizar la experiencia ganada tras un año que no será fácil de olvidar, la clave pasa por incorporar los aprendizajes y mantener la flexibilidad que ha permitido sostener el funcionamiento de los equipos de trabajo en un entorno adverso para la mayoría de las empresas.
Mientras tanto, la “nueva normalidad” avanza entre un sinfín de medidas para el restablecimiento de la economía, priorizando siempre el cuidado de la salud y el mantenimiento de las barreras necesarias para frenar la propagación del virus.
En este contexto, es posible identificar las tendencias que sentarán las bases para el mundo del trabajo post Covid-19 a nivel global. En primer lugar, debemos subrayar la instauración de pautas de distanciamiento físico en plantas y oficinas como principal herramienta del cuidado de la salud, que se mantendrán por tiempo indefinido para garantizar la seguridad mientras continúen los riesgos asociados a la pandemia. Aunque se haya reanudado la actividad productiva en prácticamente todos los rubros, la manera de vincularnos en los ámbitos laborales se ha transformado con el uso de protocolos que buscan generar ambientes de trabajo seguros para los trabajadores. Tomando en cuenta que las empresas tienen por delante el desafío de generar confianza para el regreso gradual y paulatino de su personal a los ámbitos laborales, la adecuación de sus instalaciones, procesos y estándares de trabajo son un elemento clave de ese proceso. Del mismo modo, las limitaciones para el uso del transporte público en el AMBA y otros grandes centros urbanos generan desafíos adicionales a la hora de planificar el regreso al trabajo presencial.
Por otra parte, la cuarentena y el distanciamiento social llevaron a la mayoría de las empresas a adecuar sus modos de funcionamiento para que los colaboradores pudieran trabajar desde el hogar. Esta situación forzada ayudó a derribar prejuicios en torno al trabajo remoto, la productividad y el rol de la presencialidad. Como consecuencia de todo esto, veremos una mayor deslocalización del trabajo, cuyos efectos irán mucho más allá de la pandemia, e impactarán en la demografía, en las elecciones de vida de los trabajadores y la dinámica de los grandes centros urbanos.
La pandemia también ha sido un catalizador de la transformación digital de las organizaciones, tanto para las compañías que ya se encontraban en ese camino, como para las que debieron ajustarse a una actualización digital forzada. Sin dudas, en el transcurso del 2020 se alcanzó una evolución tecnológica que, en tiempos normales, hubiera demandado 3 o 4 años. Esta situación hace que los cambios en el mundo del trabajo se den a un ritmo nunca antes visto, acortando la vida útil de los conocimientos y habilidades laborales y conformando un nuevo set de skills necesarios para hacer frente a los trabajos del futuro.
Hoy día, la empleabilidad de las personas depende de su capacidad de aprender e incorporar nuevos conocimientos. El aprendizaje permanente y a cualquier edad es el paradigma dominante y se instala como respuesta a la velocidad de los cambios que hacen inciertas las competencias que demandarán los trabajos del futuro. Ante el desafío de formar al talento y hacer frente a la obsolescencia programada de las habilidades laborales, se consolida el rol central de las empresas como formadores, como alternativa a las los sistemas educativos tradicionales que parecieran alejarse cada vez más de las necesidades del mercado laboral.
El experimento masivo de home office que impuso la cuarentena, llevó a muchísimas empresas a reconocer que el control horario y la presencialidad no son necesarios para asegurar la productividad y puso en evidencia que la organización del trabajo en base al horario está quedando obsoleta y el trabajo por objetivos va ganando terreno. Todo indica que a futuro veremos el crecimiento de esquemas de trabajo más ágiles y flexibles, en el que los acuerdos de trabajo remoto, híbridos o mixtos se consolidarán como la opción preferida tanto de los empleadores como de los trabajadores.
Tomando en cuenta que el contacto cara a cara, la conexión humana y las interacciones informales alrededor de los proyectos compartidos son algunas de las grandes pérdidas que afloran como efectos secundarios de la deslocalización del trabajo, uno de los principales desafíos para las organizaciones en un mundo del trabajo pot-covid pasará por impulsar y mantener las relaciones personales y los vínculos entre colegas a pesar de la virtualidad.
Durante 2020, las organizaciones también debieron adaptar sus procesos de búsqueda, selección y contratación de recursos humanos, asumiendo formatos completamente virtuales. Y aunque estos procesos sin instancias cara a cara suman complejidad al onboarding e inducción de los nuevos colaboradores, creemos que son modalidades que ya no tendrán retorno, por lo que deberemos buscar la manera de generar experiencias enriquecedoras para que los nuevos trabajadores tomen contacto, aún a la distancia, con la cultura de la organización.
La pandemia trajo consigo una gran transformación al mundo del trabajo, y muchos de esos cambios han llegado para quedarse no solo para este 2021, sino mucho más allá.
Columna de Opinión publicada en la página 46 de la edición 165 de la Revista Alzas & Bajas.