Cuando aquel primero de mayo de 1886, se luchaba por “8 horas de trabajo, 8 horas de esparcimiento y 8 horas de sueño”, difícilmente se imaginaba un mundo laboral como el actual. La utopía en aquel entonces consistía en la semana de 40 horas de trabajo. Sin embargo, hoy, por diversos factores entre los que se encuentran los cambios en el modo de producir trabajo y en las formas de vida cotidiana, además de los cambios tecnológicos, están afectando la sagrada jornada de 8 horas. Y, por sobre todos estos factores, se encuentra el crecimiento sostenido del trabajo remoto y de la gig economy.
Aquí van las claves de una situación que reorganiza el panorama del trabajo actual:
- Flexibilidad.
Toda innovación tiene sus virtudes y sus defectos y la flexibilidad horaria también tiene los suyos. Los programas de recursos humanos orientados a la flexibilización permiten a los empleados cambiar la hora de entrada y salida, tomarse un tiempo más para ir al gimnasio en la hora del almuerzo, o ausentarse por los actos escolares de sus hijos. Ahora, ¿cómo afecta ese trato flexible a las 8 horas tradicionales? La cantidad de horas es la misma, solo que se distribuyen de distinta manera, incluso en el fin de semana.
Esto puede producir un efecto de alargamiento, una sensación de que el trabajo no termina nunca y de que no hay límites entre la vida privada y la oficina. Este efecto no deseado de la flexibilidad implica un impacto en el work & life balance.
- Trabajo remoto.
El crecimiento del trabajo remoto es uno de los factores que permite pensar en el fin de la semana de 40 horas de trabajo. Esto sería imposible sin el paradigma del trabajo por objetivos y sin tecnología que nos permitiese estar conectados las 24 horas del día. Dentro de este espectro, aparecen también los beneficios y los perjuicios para los empleados. Muchos prefieren trabajar uno o dos días desde la casa. Sin embargo, esto también habilita a los managers a contactarse a horarios no laborales y quizás por vías no ortodoxas. El trabajo remoto también tiene sus pros y sus contras. Un colaborador de entre 20 y 30 años sin familia quizás pueda disfrutar sus horas de trabajo en casa, mientras que para una persona con niños pequeños lidiar con la casa y la familia mientras trabaja será todo un desafío.
- Los managers trabajan más.
La mayoría de los trabajadores en posiciones de responsabilidad suelen tener problemas para equilibrar el trabajo y la vida personal. A pesar de que el equilibrio entre vida privada y trabajo es uno de los principales factores de retención de los empleados que comienzan a formar una familia, parece ser que la tendencia mundial indica que cada día es más difícil lograrlo.
- El crecimiento del trabajo freelance o gig economy.
Este fenómeno crece exponencialmente, año tras año. Los millones de trabajadores que eligen la independencia como modalidad laboral principal, se encuentran con la realidad de que se necesita mucha conducta para establecer los propios límites entre trabajo y tiempo de ocio, mientras que cada vez más vemos profesionales que no se dedican al freelance a tiempo completo, sino que complementan su trabajo de 8 horas diarias con otros proyectos.
Como sucede con los grandes cambios, no es posible anticipar por completo qué sucederá a medida que las horas de trabajo aumenten para los empleados de todo el mundo. Por ahora, es claro que el avance de las políticas de work & life balance, de flexibilidad y de trabajo remoto están dando resultados para algunos, pero para otros implica un aumento de horas de oficina, solo que la oficina ahora está en casa o donde uno se encuentre.
Habrá que estar atentos en las organizaciones para ayudar a los colaboradores a encontrar el sano equilibrio.