El estrés es tan popularmente conocido como sufrido. Siempre podemos reconocer cuándo estamos estresados, por qué causas y qué síntomas sufrimos por su culpa. Pero, ¿sabemos realmente qué es el estrés? Estas son cinco claves fundamentales para conocer sus peligros, su origen y, quizás, hasta para usarlo en nuestro beneficio.
El origen: Hoy en día el estrés está identificado de forma inevitable con sus efectos negativos. No obstante, su origen es esencialmente positivo. Nuestros ancestros desarrollaron el estrés como forma de protección contra los múltiples depredadores que poblaban la Tierra por aquel entonces. Su respiración se aceleraba, su sangre corría frenética por sus cuerpos y su ritmo cardíaco aumentaba. Esto disponía a sus cuerpos para pelear contra las bestias que los perseguían o, de lo contrario, escapar de ellas. Si bien hoy los animales peligrosos dispuestos a devorarnos ya no están al acecho, su función estresante ahora la cumplen las reuniones laborales, las cuentas a pagar, las complicaciones de oficina, los deadlines, ese maldito informe o los viajes de negocios.
¿Estrés positivo?: Esencialmente, la agudeza mental que es consecuencia de este estado se mantiene. Sentirnos estresados antes de una reunión importante o una presentación es perfectamente normal. Lo que debemos desarrollar, en caso de sentir las respuestas físicas al estrés, son nuestras capacidades emocionales para transformarlo en una fuente de energía creativa. Saber de dónde vienen esas respuestas físicas nos puede ayudar a minimizar la somatización y hacer que esa alteración cardíaca y ese fluir sanguíneo nos funcionen como motor para superar las situaciones que nos estresan.
Señales de alerta: El peligro aparece cuando el estrés que nos hizo sentir esa situación particular no nos deja, aún cuando el momento estresante haya pasado. Así es como lo conocemos hoy en día: la frase “estar estresado” define más un estado normalizado que un caso puntual. Cuando el estrés se vuelve crónico y se presenta cuando enfrentamos el tráfico, cuando hay una situación complicada en el trabajo o cuando hay problemas en casa, puede ser una causa de peligro mucho más poderosa que aquella puntual que lo desató. Muchas personas no tienen noción de que sufren de una condición médica cuando repentinamente son víctimas de un ataque cardíaco a causa del estrés constante. El estrés crónico interfiere con nuestra capacidad de vivir una vida normal y mientras más dure, más se verán afectados nuestro cuerpo, nuestra concentración y nuestro humor.
Números que matan: La American Psychological Association publica anualmente un informe destinado a examinar el estado del estrés a lo largo de los Estados Unidos. En el año 2014 su título fue “Pagar con nuestra salud” y sus resultados son alarmantes. El informe muestra que el dinero es la primera causa de estrés en los ciudadanos encuestados. Más del 20% declararon sufrir de constante estrés relacionado con el dinero y las finanzas. Estos índices se trasladan al cuerpo y a la salud: un 32% indicó que la falta de dinero les impide tener un estilo de vida sano, mientras que un 12% declaró que no consultó a ningún doctor durante el último año cuando necesitó atención médica debido a preocupaciones financieras.
Mente sana, cuerpo sano: Podemos ver el momento en que las causas del estrés ocasionan problemas directamente relacionados con la salud. La falta de cuidado, de ejercicio y de sueño son consecuencias del estrés, y a la vez, como en un círculo vicioso, lo alimentan. Por eso, se recomienda adquirir una rutina consciente para cuidar la cantidad y la calidad del tiempo que dormimos, además de cuidar la alimentación, reducir el consumo de cafeína y tabaco y realizar un poco de ejercicio. Tomar decisiones positivas y sanas es el mejor modo de deshacernos del estrés.