En algún momento de tu carrera, probablemente, tengas que enfrentar la situación de tener que renunciar a tu trabajo. Ya sea porque tus intereses van para otro lado, conseguiste un nuevo empleo, no estás conforme con las condiciones de tu trabajo actual, o simplemente necesitás tomar distancia de tu rutina laboral, el momento de decir adiós requiere responsabilidad y conciencia para que tu salida de la compañía no genere ruidos innecesarios.
Estos son algunos consejos para transitar ese momento de la mejor manera:
- Informá a tu superior en primer lugar. Contale a tu jefe directo, antes que a nadie, tu intención de renunciar. Tus compañeros seguramente sabrán que estabas buscando trabajo, pero la noticia de que finalmente lo encontraste debería saberla primero tu superior directo. Es importante que expliques los motivos abiertamente para que se entienda tu decisión y expreses tu gratitud por las oportunidades que te brindaron.
- Mantené la red de contactos. Esto es vital en el mercado laboral actual. Más allá de que sientas que puede no ser importante mantener una relación a futuro con tus colegas que estás dejando atrás, conservar y desarrollar contactos de forma profesional son tu mejor activo y una oportunidad de acceso a recursos que te servirán en toda tu carrera. Nunca sabés cuándo vas a necesitar llamar a un viejo conocido.
- Avisá con tiempo. Se trata de una cuestión de respeto y buenas prácticas. Más allá de las formalidades contractuales respecto de cuánto tiempo de aviso tenés que dar antes de dejar tu puesto en la empresa, tenés que considerar que una salida abrupta tiene impacto no solo a nivel institucional para la compañía, sino también para tus compañeros del área y tu jefe directo. Un buen margen de tiempo siempre va a ser bien recibido, sobre todo si es necesario buscar un reemplazo externamente, poner tus proyectos en orden, o armar un esquema de traspaso de tareas antes de tu partida.
- Proponé un reemplazante. Si valorás verdaderamente a la empresa que te dio la oportunidad y tu experiencia allí, proponer a alguien para cubrir tu posición es una acción muy bien recibida y demuestra que aportás al proceso. Si está entre tus posibilidades, es ideal que puedas referir a alguien, ya sea interno o externo a la organización, que comparta tus valores y que vos consideres apto para el puesto. Será muy bien recibido y puede ahorrarle mucho tiempo de trabajo a tu jefe. Al fin y al cabo, conocés a la perfección el trabajo, las responsabilidades que implica, las expectativas de tu jefe, la cultura y el ambiente de trabajo de la compañía, así como las personalidades del resto de los miembros del equipo.
- Ofrecete para capacitar a tu reemplazo. Cuanto más tiempo haya antes de tu partida, mejor chances de darle un buen cierre a tu relación con la empresa. Nadie mejor que vos para acompañar a quien tomará tus tareas, aunque sea transitoriamente. Ofrecele esa posibilidad a tu jefe, de modo que quien te reemplace tenga un período de adaptación a tu lado. Sin embargo, si los tiempos no dan, podés armar un breve instructivo con la información esencial que necesita saber sobre las tareas diarias y el rol del puesto en la organización.
Hay muchos recursos que podés utilizar para que el sabor amargo que genera siempre una renuncia inesperada no opaque todo lo bueno que marcó tu paso por la empresa. No sólo porque esto habla del tipo de profesional que sos, sino porque te permitirá dejar las puestas abiertas para un eventual regreso a futuro, algo imposible de pensar hace algunos años, pero que hoy resulta más común a la luz de los nuevos paradigmas del mundo del trabajo.