Es muy importante prepararnos para una entrevista de trabajo. Estudiar, investigar y entender el lugar a donde iremos y elegir cuidadosamente qué ropa vestir son los pasos básicos. Sin embargo, si no aseguramos que nuestro entrevistador sepa que tenemos lo que busca en un candidato, tendremos menos posibilidades de obtener ese trabajo. Para lograrlo, van aquí cuatro conceptos que debemos dejar en la mente del reclutador antes de levantarnos de la silla:
- Tenemos personalidad. El árbol de la formalidad no puede tapar el bosque de nuestro carácter, nuestra iniciativa, y lo que más nos distingue de las demás personas: nuestra personalidad. Todo reclutador está buscando personas distintas, que tengan ese “algo” que a menudo surge cuando uno menos lo espera. Nadie quiere empleados opacos. Por lo tanto, en el momento en que tengamos que hablar de nuestros deseos, nuestras ideas para el futuro, nuestros gustos y proyectos, no hay que asustarse ante la oportunidad de mostrar, con profesionalismo, cómo somos realmente.
- Llevaremos actitud y resultados desde el primer día. Muchos candidatos piensan que su carta ganadora es la descripción de su buena experiencia en trabajos pasados. Sin embargo, lo que realmente debemos comunicar es cuán buenos seremos en el trabajo al que estamos aplicando gracias a la experiencia que hemos acumulado. Una buena entrevista de trabajo nos verá hablando relajadamente sobre lo que hicimos y lo que haremos. Una gran entrevista de trabajo, por otra parte, será el resultado de conectar nuestras experiencias pasadas y nuestros deseos con la posición que buscamos. Esto no solo nos mostrará con actitud y determinación, sino que también dará a entender al entrevistador que pensamos relacionalmente y en términos de proyectos y búsquedas de vida.
- “Entusiasmo” no es sinónimo de “desesperación”. El tono de las entrevistas laborales oscila entre la seriedad y la necesidad de distenderse un poco, tanto por parte del entrevistador como del candidato. Sin embargo, hay que saber encontrar la delgada línea que separa el entusiasmo de la ansiedad. Nuestras preguntas reflejarán perfectamente eso. Podemos mostrar nuestro conocimiento profundo de la empresa haciendo preguntas significativas, o podemos hacer preguntas que muestren nuestra desesperación. Una entrevista no solo se trata de sinceridad y profesionalismo, sino que también es una instancia que pone a prueba nuestra inteligencia emocional.
- Conocemos el lugar que vamos a ocupar. El trabajo no es el reino del individuo, sino la república del equipo. Ningún reclutador busca un individualista que se siente a hacer su trabajo durante ocho horas en una burbuja. Busca, por el contrario, un colaborador que conozca su lugar en el equipo y en la estructura general. Si buscamos que nuestras habilidades interpersonales causen una buena impresión en el entrevistador, debemos dejar en claro que esa empatía y esas habilidades se trasladará a la oficina y al lugar que ocupemos entre los colegas y colaboradores. Prepararte mejor es saber qué cosas hablan de vos y cómo diferenciarte de los otros postulantes.
Y vos, estás listo para tu próxima entrevista?