La inclusión de las mujeres en sectores como el tecnológico o el industrial es un tema de por sí álgido. A pesar de los avances, las políticas y la ampliación de la mirada cultural en lo que respecta a la cuestión de género, sigue habiendo una profunda disparidad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral.
Inspiradas por el resonante caso de Ellen Pao contra KPBC en 2012, Trae Vassallo, Ellen Levy, Michele Madansky, Hillary Mickell, Bennett Porter, Monica Leas y Julie Oberweis reunieron una enorme cantidad de historias dispersas e información a cuentagotas que se multiplicaba por doquier. Su investigación se tituló “El Elefante en el Valle”. Las autoras entrevistaron a más de 200 mujeres en posiciones de decisión en Silicon Valley, la meca de la industria tecnológica global. Las entrevistadas responden a un amplio rango etario, diversos puestos (incluyendo fundadoras de empresas) y diversas empresas, incluyendo gigantes como Apple y Google. El título de la investigación hace referencia a la metáfora del “elefante en la habitación”, que muestra cómo algo tan evidente y visible puede pasar desapercibido. En este caso, es el elefante en el valle californiano, el epicentro global de la innovación y la industria de la alta tecnología.
La desproporción entre hombres y mujeres en una empresa o en un sector no es algo dado, sino que se produce por las barreras que impiden la equidad de género y por la incidencia de estereotipos y prejuicios culturales y puede morigerarse a través de políticas, programas de inclusión, de formación, y especialmente a partir del cambio cultural. El hecho de que haya menos mujeres que hombres en empresas de tecnología no deriva de una relación natural entre el género y las habilidades necesarias para trabajar en ciertas áreas, sino que es al revés: debido a que se piensa que las mujeres no son naturalmente afines al ámbito de trabajo vinculado a la tecnología, son consciente o inconscientemente excluidas.
“El Elefante en el Valle” arrojó datos de contundente crudeza que explican la situación de las mujeres en la industria. El informe de la investigación se estructuró en cinco ejes: feedback y ascensos, inclusión, sesgos inconscientes, maternidad y acoso y seguridad. En todos ellos hay historias y datos que dan cuenta de una realidad en la que la desigualdad es explícita:
Inclusión: En situaciones sociales y en cuestiones de networking, el género es un gran tabú, muchas veces invisible. De las encuestadas, un 90% presenció comportamiento sexista en conferencias o en lugares fuera de la oficina, mientras que un 66% sintió que su género les impidió participar de oportunidades sociales clave o en ocasiones de networking. Es una imagen constante en las películas: una reunión de negocios en un bar, una salida de colegas en un local nocturno o una reunión con el jefe en un partido de golf. Todas estas son situaciones habituales en las cuales las mujeres son excluidas de oportunidades claves para la carrera profesional.
Sesgo inconsciente: ¿Cuántas veces se ha naturalizado la preeminencia de los hombres sobre las mujeres? Incluso en actos simples como una pregunta o una mirada se puede presenciar un sesgo inconsciente excluyente. Un 88% de las encuestadas vio cómo se hacían preguntas a colegas masculinos que deberían haber sido dirigidas hacia ellas, mientras que un 84% notó contacto visual exclusivo con hombres y un 87% experimentó comentarios denigrantes por parte de colegas hombres. Por otra parte, a un 47% de las mujeres se les propuso realizar tareas de menor nivel, como pedir comida y tomar notas. Vale aclarar, que siempre fueron tareas que a los hombres ningún superior les había pedido previamente.
Maternidad: La maternidad es un tema central en lo que respecta al análisis del lugar de la mujer en el trabajo. Según surge de la encuesta, un 52% de las mujeres volvió antes de finalizar su licencia porque consideraron que impactaría negativamente en su carrera. Y un 75% debió responder sobre cuestiones vinculadas a familia, estado civil e hijos en entrevistas laborales. En tiempos en los que muchas empresas se jactan de poseer licencias por maternidad ilimitadas o diversos programas del estilo, la discriminación aún es muy fuerte y parte de un sesgo cultural que establece que son las mujeres las principales responsables del cuidado familiar.
Acoso sexual: Con una gran mayoría de hombres en posiciones superiores, las mujeres a menudo sufren situaciones de acoso por parte de jefes o colegas. De las entrevistadas, un 60% reportó avances sexuales, y de ese porcentaje, un 65% notó que fueron avances de parte de superiores. Una de cada tres mujeres, por otra parte, sintieron que su seguridad personal estaba en riesgo en el trabajo. Las historias son múltiples: clientes que avanzan, jefes que se propasan en los pasillos explícita o implícitamente y colegas que caen en el abuso llano.
El informe es tan crudo y contundente como un elefante en la habitación. Según sus autoras, cuando los hombres leen los resultados de la investigación se muestran sorprendidos o se declaran ignorantes de los problemas que tienen las mujeres en el ambiente de trabajo. Quizás el hecho de relatar las historias y ponerle cifras y porcentajes sea el primer paso para hacer visible lo que nadie percibe.