Ser socialmente responsable ha dejado de ser una característica secundaria de las empresas para transformarse cada vez con mayor fuerza en una cualidad central de su cultura organizacional. Sin embargo, las iniciativas empresariales en términos de cuidado del medioambiente o impacto social adquieren mayor legitimidad dentro y fuera de la compañía cuando son acompañadas y apoyadas activamente por sus empleados.
Si bien hay una tendencia entre los empleados jóvenes a tener una mayor conciencia “verde” y buscar empleadores que lleven adelante sus negocios de un modo sustentable, no todos los trabajadores poseen la misma filosofía. Ya sea una cuestión generacional o no, la clave es impulsar que la responsabilidad social individual del empleado forme parte de la base de una política de sustentabilidad funcional y exitosa. ¿Qué implica esto? Hay que ser sinceros con la realidad de la empresa: no todos los empleados muestran interés en participar en actividades de voluntariado corporativo o en cumplir con los programas de reducción de la huella ambiental impulsados corporativamente. Quizás por desinformación o falta de motivación sucede que el nivel de engagement es bajo, por eso es fundamental encontrar la forma de interpelar a la totalidad de los empleados para despertar ese interés que los involucre en los programas de sustentabilidad que lleva adelante la compañía, como si se tratase de un objetivo más dentro del plan de negocios.
Un camino posible para lograr este compromiso activo por parte de los empleados es el de demostrar que todos ganan al trabajar en una empresa con conciencia social y comprometida con la sustentabilidad. Por ejemplo, comunicando efectivamente que ser una empresa sustentable aumenta la rentabilidad, reduce costos e influye notoriamente en la imagen de cara a los clientes y a los stakeholders, además de funcionar como factor de reclutamiento para la marca empleadora a la hora de atraer nuevos talentos. Pero también es un enfoque beneficioso para los mismos empleados, ya que la sustentabilidad no se acaba en la oficina, sino que se extiende a las conductas cotidianas en el hogar, en la familia, y en su vida como ciudadanos.
Para lograr estos objetivos, las compañías deben motivar a los empleados a adoptar esta nueva filosofía a través de distintas iniciativas que ayuden a la identificación de los individuos con la política de RSE. Los concursos, las actividades sociales voluntarias o la gamificación aplicada a los programas de reciclaje son algunos de los recursos que pueden emplearse para lograr que se contagie lo “verde” en la vida cotidiana de los empleados de la organización.
Sí, es importante que las organizaciones posean programas de responsabilidad social empresaria, pero igual de importante es que su impacto también se sienta puertas adentro. No olvidemos que una empresa es un organismo cuyo valor principal son los individuos que la componen; de la misma manera, la sustentabilidad no puede ser empoderada sin empleados conscientes, comprometidos y solidarios.