La definición de lealtad de la Real Academia Española (RAE) puede ser algo anticuada, pero da una pauta de los significados que se relacionan con la palabra: “Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien”. Las leyes de la fidelidad y las del honor son normas no escritas relacionadas estrictamente con la ética.
Hoy en día, la existencia o falta de la lealtad de los empleados es un tema de debate continuo.Los Millenials, ya instalados en el mundo laboral, tienen un concepto muy distinto de su relación con el trabajo que las generaciones predecesoras. En las antípodas del paradigma del trabajo de por vida, muchos de ellos consideran que trabajarán para cuatro o cinco organizaciones antes de retirarse. Entonces, entre todas estas variables, ¿hay lugar para la lealtad?
Adam Cobb, profesor de Management en la Universidad de Wharton (Pennsylvania, EE.UU) planteó su visión claramente: la lealtad de los empleados responde con reciprocidad a la lealtad que las empresas tienen con ellos. Estableciendo la relación en esos términos, el concepto de lealtad se vuelve algo idealista. ¿Cómo regirse por las leyes de fidelidad y honor cuando nuestro puesto depende de los recortes presupuestarios, las crisis y las recesiones? El problema, dice Cobb, es que uno de los actores tiene mucho más poder y alcance que el otro. En un mundo donde los empleadores fueran realmente leales a todos sus empleados, sin importar otras variables, ¿habría reciprocidad de parte de ellos?
Los jóvenes han visto a sus padres ser despedidos de las empresas a las que han dedicado gran parte de su vida y han sido testigos de grandes crisis económicas y olas de despidos masivos. Esto los ha hecho reformular el concepto que tienen de la lealtad y el lugar que le dan al trabajo en su vida.
Es por eso que quizás la definición de la RAE suena más a la que pudiera haber utilizado Don Rodrigo Díaz de Vivar, el “Cid Campeador”, en la Castilla medieval, que a la que pueda utilizar un empleado hoy en día. El Poema del Mío Cid hace referencia un caso de lealtad inequívoca. Cuando el rey Alfonso VI acusa al Cid de un robo que no cometió y lo destierra del reino, Don Rodrigo consigue el perdón real conquistando el Señorío de Valencia y derrotando a los moros. ¿Algún empleado se imagina enviando dádivas o recomponiendo la relación con una empresa que lo echa por acusarlo falsamente de algo que no ha cometido? La situación, sin dudas, no es extrapolable a nuestros días, pero sí puede ser usada para explicar lo que significa hoy la lealtad. Mientras que la lealtad entre el Cid y Alfonso se basaba en una mezcla de honor personal y posición real en la estructura social, hoy en día la lealtad pertenece al reino de lo humano, y no de lo empresarial.Los empleados pueden ser leales a un jefe que los ha ayudado y valorado, a un gerente que reconoce su valor y se los hace saber, o a los compañeros de trabajo con quienes ha estrechado vínculos de confianza.
El engagement de los empleados, el grado de involucramiento que tienen con la misión de la empresa y con su cultura puede impulsarse, puede desarrollarse para tener colaboradores comprometidos. Y su compromiso (o la falta del mismo) afecta directamente a la productividad.