por Andrea Avila, CEO de Randstad para Argentina y Uruguay.
El debate mundial de la sustentabilidad que se abrió, impulsado en gran medida por iniciativas como las de la Organización Internacional del Trabajo y la de Naciones Unidas con el Global Compact, ha puesto en el centro de la escena cuestiones de trascendencia con dos palabras asociadas a viejos términos: ‘decente’ e ‘inclusión’. Estas palabras se han encontrado con sus compañeras ‘trabajo’ y ‘crecimiento’ para cambiar lo que la sociedad espera de la economía, las empresas y el mundo de los negocios.
El trabajo ha sido siempre el conductor de las economías, se dice que generar trabajo es generar desarrollo. Si bien ese paradigma sigue vigente, la experiencia ha demostrado que resulta insuficiente. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la agenda del desarrollo Post 2015 y el debate de la sustentabilidad corporativa en general, han subido la vara del ‘deber ser’ de las compañías. Es necesario que existan mayores compromisos de parte de los líderes corporativos de todo el mundo en temas como desempleo juvenil, equidad, habilidades para el trabajo, lugares de trabajo seguros e inclusivos y protección social.
Hay que tener en cuenta que se logra una incidencia mayor cuando las iniciativas de sustentabilidad logran transversalidad y se entrecruzan con los procesos del core de la empresa, con el ‘negocio’, logrando incidencia positiva en las pequeñas y grandes cosas que la compañía hace cada día. Es importante generar programas de responsabilidad social empresaria, pero igual de importante es que su impacto se sienta puertas adentro. Una empresa es un organismo cuyo valor principal son los individuos que la componen, la sustentabilidad por lo tanto, no puede ser empoderada sin empleados conscientes, comprometidos y solidarios.
Con el avance de la tecnología y la incipiente inteligencia artificial se han roto muchas barreras. Ya quedó claro que no hay casi nada que la tecnología no pueda hacer, entonces, lo que hay que empezar a preguntarse es ¿hasta dónde la economía va a impulsar la eficiencia productiva y la incorporación de tecnología a los procesos productivos en desmedro de la inclusión y la empleabilidad? La humanidad va a tener que encontrar el equilibrio entre procesos que parecen antagónicos. Las empresas tienen un rol, pero también es necesario ayudar a los gobiernos a que entiendan la necesidad de generar participación intersectorial para la confección de políticas públicas.
Hoy es difícil encontrar a un CEO o dirigente corporativo que sostenga que hacer buenos negocios es sinónimo de engrosar sus balances sin tener en cuenta la forma, las consecuencias y el contexto social. Ya no es suficiente comunicar a consumidores, empleados y proveedores cuál es la visión y misión sino también cómo lograrla y eso es un avance. El mundo corporativo ha generado un giro hacia prácticas más sustentables, aunque hay aún mucho camino por recorrer.
Columna de Opinión publicada en la edición impresa del diario El Cronista del 16 de octubre de 2015 |