La meca tecnológica mundial de Sillicon Valley avanza, también, sobre la industria financiera. Tal como lo destaca el artículo de The Economist “Slings and arrows”, los jóvenes emprendedores tech esperan hacerle a la banca tradicional lo que el e-mail le ha hecho a las oficinas postales. Detrás de ellos hay un numeroso grupo de starts-ups e inversores que opinan que las finanzas son, hoy en día, patrimonio de la tecnología, y no de los “gerontes” de la banca. Solo en 2014, el sector “fintech”, es decir, de tecnología financiera, atrajo doce mil millones de dólares en inversiones. Muchos emprendimientos han evolucionado rápidamente en empresas que ya alcanzan valores de hasta mil millones de dólares.
¿Cómo funciona la tecnología financiera? Simplemente, antes de pedir un préstamo a un banco, podemos acudir a Lending Club, una plataforma peer-to-peer que une a quien necesite un préstamo con quien puede darlo. Hay start-ups especializados para mandar dinero al exterior, o para gestionar fondos de retiro a través de algoritmos que pueden replicar los consejos de cualquier gestor humano. Pagos, seguros y préstamos de negocios, los servicios de tecnología financiera alcanzan casi todos los rubros. Hay casi 4.000 start-ups en el sector y todo indica que se sumarán muchos más en el futuro cercano.
Las tres fuentes de dinero de los bancos, según The Economist, están en riesgo. La primera, el reconocimiento de clientes capaces de tomar créditos, ya está amenazada por las iniciativas fintech, que han demostrado que pueden hacerlo mejor, más simple y más rápidamente. Los prestamistas peer-to-peer, a través de algoritmos y análisis de datos, pueden ser incluso más certeros que un banco. La segunda fuente, el cobro por realizar pagos, está directamente amenazado por empresas como Apple Pay, PayPal y el auge de los pagos móviles. Finalmente, gestores de inversiones y brokers se verán desafiados por consejeros basados en inteligencia artificial y soluciones de analítica de big data, más baratos y, posiblemente, más eficaces.
El desafío que enfrenta la industria financiera impacta también en la competencia por el talento. El posicionamiento de Sillicon Valley con su impronta de innovación es muy poderoso en todo el mundo y en la medida en que los bancos no logren materializar un aggiornamiento más radical, su poder de atracción y retención de talentos se verá debilitado. Tal como están las cosas, es más probable que un joven recién salido de la universidad se sienta más atraído por la filosofía de trabajo de la Costa Este antes que por la de Wall Street o la “city” londinense.
Los integrantes más jóvenes de la generación Y, y sin dudas los de la generación Z, se sienten más identificados con el espíritu innovador del sector fintech que con el tradicional del bancario. En esto incide fuertemente la relación de los jóvenes con la tecnología e internet. A la industria financiera le está costando mucho que los jóvenes siquiera entiendan algunos aspectos más conservadores de su negocio, como la formalidad, los horarios y los procesos que impactan en el servicio que brindan. Esto les genera una gran barrera a la hora de captarlos como clientes….ni que hablar entonces para atraerlos como potenciales trabajadores.
Así como Amazon puso en jaque a las librerías tradicionales y Uber amenaza al sector de transporte de pasajeros, el sector fintech está desafiando a la industria financiera, una de las más tradicionales. Sin embargo, no todo está perdido. Salvo excepciones, los emprendimientos fintech no logran aún masividad y escala global, abriendo una ventana de oportunidad para que la industria financiera se suba a la ola de la innovación. Un camino posible es que sus principales actores aggiornen sus procesos de negocio y su cultura, se modernicen rápidamente y trabajen para atraer a los jóvenes “fintechers” tentándolos para que ayuden a que la banca evolucione en ese sentido. Una estrategia de employer branding que llame a los Y y a los incipientes trabajadores Z a fusionar la banca tradicional con la tecnología financiera de punta, puede ser la carta ganadora que permita a las bancos seguir siendo competitivos en la atracción de talentos.