La cultura popular está plagada de imágenes de jefes autoritarios. ¿Quién no ha pronunciado la frase "es igual a mi jefe" viendo al malévolo Sr. Burns de Los Simpsons o a Michael Scott, el caprichoso gerente de la serie The Office? Si bien la realidad es sensiblemente diferente de esas representaciones irónicas del rol de los jefes, la relación con los superiores es determinante para el desempeño y la motivación. El ambiente laboral está entre los primeros puestos del ranking de factores importantes a la hora de elegir un empleador, y la creación de un entorno positivo depende, en gran medida, de la relación con el jefe con el que los colaboradores deben tratar diariamente.
Hay muchas razones por las cuales puede haber problemas en esa relación. La falta de reconocimiento es uno de los factores más habituales cuando se escuchan las quejas de los colaboradores sobre sus jefes. Este factor puede explicarse en parte por la persistencia de modelos de liderazgo basados exclusivamente en conceptos como autoridad y verticalidad. Asimismo, cuando un jefe no reconoce a sus colaboradores, también evidencia un conflicto en el modelo de comunicación que, al no encajar en las relaciones laborales que se entablan hoy en día, suele generar cortocircuitos en el feedback necesario para el desarrollo del empleado.
El líder actual debe fomentar en sus empleados los pequeños logros y los objetivos a corto plazo. De esta manera, es posible hacer hincapié en el refuerzo positivo o en la crítica constructiva y reflexiva. Las críticas demoledoras y los “retos” a los colaboradores solo traen negatividad a la relación. Actualmente cada vez más organizaciones se vuelcan hacia nuevos métodos de feedback, a veces sin utilizar calificaciones de ningún tipo y fomentando la autoevaluación.
Gestionar el desempeño, acompañarlo y volverlo una instancia más del desarrollo y del aprendizaje no sólo armonizan la relación con los jefes, sino que también generan un engagement mayor por parte del empleado. El efecto de un reconocimiento bien llevado es completamente positivo y reduce la rotación.
La mala comunicación se traduce en un mal ambiente laboral y esto indefectiblemente en empleados disconformes convencidos que la empresa no les brinda oportunidades de desarrollo. A fin de cuentas estamos expulsando talento.
Será difícil cambiar la imagen seria y arbitraria que la cultura ha construido alrededor de la figura del jefe. Sin embargo, vale la pena analizar estos factores e intentar alejar aún más la realidad de esas representaciones. Será cuestión de tiempo, mayor reconocimiento positivo y feedback productivo, para que al ver al Sr. Burns en la pantalla, los empleados no lo asocien en forma automática con su jefe.