Estamos en la era en la que los candidatos eligen. Y sí, todos quieren un buen sueldo, beneficios, balance entre trabajo y vida privada, posibilidades de crecimiento, flexibilidad y tantas otras cosas, pero lo cierto es que el “mix” ideal de factores que cada candidato busca puede encontrarse tanto en una empresa multinacional como en una PyME.
Las grandes empresas tienen numerosas y conocidas ventajas. Sus salarios suelen ser más competitivos, así como también el paquete de beneficios, especialmente en algunos sectores. Dependiendo del rol de la organización en su mercado o sector, puede ser también un ámbito de formación, por ser considerada “escuelita” en determinada área profesional.
La posibilidad de una instancia de trabajo en el exterior es también una posibilidad que ofrecen algunas corporaciones multinacionales como parte del plan de desarrollo. Por otro lado, si bien podría considerarse que las grandes corporaciones tiene mayores posibilidades de ascensos, no hay que perder de vista que el potencial ascenso es también más competitivo que en empresas más chicas, ya que hay más colegas pujando por las mismas posiciones.
Las grandes empresas, especialmente las que tienen una marca fuerte y reconocida, cuentan con un valor simbólico adicional fuertemente arraigado en el estatus. Los grandes nombres dan (o permiten simular, dependiendo de la ocasión) un gran prestigio a los ojos de la sociedad. Y si a veces la imagen de las grandes empresas deviene, dentro de la mente colectiva, en una gran maquinaria kafkiana en la que el trabajo y los logros individuales se difuminan en la masividad de la estructura, el imaginario colectivo sobre las PyMEs tiende a representarlas como la familia Ingalls: pequeña, cariñosa, familiar e informal.
En este sentido, pareciera ser que el valor individual del empleado se destacan más en las organizaciones pequeñas, ya que la competitividad es más reducida y porque existe una relación más cercana con los dueños, o quien toma las decisiones, y la incidencia es más directa respecto de los resultados de la empresa.
Por otro lado, aún cuando las PyMEs no pueden competir con los salarios y beneficios de las grandes empresas, pueden ser muy competitivas si ofrecen horarios flexibles, home office y otros condiciones que se traducen en un mejor “work & life balance”, algo que los trabajadores valoran cada vez más. Esquemas de remuneración más agresivos atados a objetivos, una mayor cercanía con el proceso de toma de decisiones y una estructura con menor “burocracia” y niveles, son también cuestiones que hacen más atractivas a las medianas y pequeñas compañías.
En cada individuo está la decisión. Depende de dónde esté su ambición, sus objetivos y sus preferencias del momento. No hay que perder de vista que lo que puede ser atractivo en un determinado momento de la vida puede no serlo en otro.