El balance entre vida privada y trabajo no siempre depende de los demás. Las compañías pueden hacer muchos esfuerzos para hacer más amigable y humano el ámbito laboral a través de licencias y días de vacaciones extra, flexibilidad horaria, trabajo remoto y otras iniciativas que promueven el equilibrio entre las responsabilidades laborales y la vida privada. Sin embargo, los individuos tienen una responsabilidad concreta en la búsqueda del equilibrio, que dependerá de decisiones personales y de la adquisición de rutinas determinadas para que el trabajo, o nuestra pasión por él, no interfieran con el tiempo que dedicamos al esparcimiento, el ocio y el disfrute.
Como no siempre es fácil darse cuenta que el trabajo está invadiendo el ámbito de nuestra vida privada, van aquí van algunos consejos para tener en cuenta:
Identificar el burnout. El burnout es un estado de estrés crónico que lleva a estar exhausto, a sentirse poco efectivo y a sufrir cansancio físico y emocional. El síndrome de burnout influye tanto en las relaciones entre colegas y en las decisiones de negocios, como en nuestro tiempo en el hogar. Si al llegar a casa notamos que nuestro ánimo decae, que estamos un poco más gruñones, a la defensiva, cansados en lo físico y agotados en lo mental, entonces puede ser que estemos sufriendo las consecuencias de estar “quemados”.
Delegar, delegar y delegar. Para managers obsesivos, la tendencia a hacerlo todo puede construir una imagen de superhéroe, pero atenta contra el equilibrio entre vida privada y trabajo. Según una investigación de John Hunt, profesor de la Business School en Londres, solo uno de cada diez managers sabe cómo delegar. Para ello, se recomienda identificar las tareas y decisiones que pueden delegarse, determinar quiénes pueden hacerlo y establecer las condiciones óptimas para que lo hagan. Pero no hay que perder de vista que delegar implica no solo que alguien más haga una tarea, implica que tendrá también el poder para tomar decisiones.
Detener las notificaciones. Emails, redes sociales, mensajes y chats generan alertas y notificaciones en forma permanente en nuestros celulares y tablets. Así, el cerebro está todo el tiempo sometido a impulsos y nunca se recupera de la constante sensación de ansiedad. Tanto para managers con altos niveles de auto exigencia como para trabajadores con jefes inclinados al micro-management, se recomienda detener las notificaciones de correo y aplicaciones vinculadas al trabajo para disfrutar del tiempo libre.
Y dado que las fronteras entre lo virtual y lo real están cada vez más desdibujadas, tanto como los límites entre lo que es trabajo y lo que no lo es, es recomendable desconectarse completamente de las pantallas por unas horas en forma periódica como terapia de desintoxicación.
Que la pasión no se vuelva un dolor de cabeza. Muchas veces el exceso de trabajo no tiene que ver con el jefe ni con una falta de organización, sino con una excesiva pasión puesta en lo que hacemos. Esto tiene un lado positivo: nuestro trabajo nos gusta y nos motiva, pero, como toda pasión, es necesario controlarla para que no altere nuestro balance. Si vemos que la pasión nos lleva a interferir con nuestro descanso y con los momentos de esparcimiento y relax, es momento de poner límites, aun cuando se trate de tareas que disfrutamos.
Las iniciativas organizacionales para potenciar el work and life balance son muy fructíferas y están demostrando ser muy efectivas para humanizar los ámbitos laborales.
Sin embargo, es necesario recordar que la clave para lograr el tan ansiado equilibrio también está en lo que uno haga por alcanzarlo.